El mundo científico se ha revolucionado hace unos días con lo que prometía ser el descubrimiento del siglo. Nada menos que un universo paralelo donde el tiempo va al revés. Algo que podría cambiar completamente todo lo que sabemos sobre el universo, la física y el tiempo. Pero, ¿cómo es posible?
El origen está en un estudio de 2016
El origen de todo este descubrimiento se remonta a un estudio de 2016 firmado por Peter Gorham, de la Universidad de Hawaii. Más concretamente, de la investigación ANITA financiada por la NASA. Investigación en la que se descubrieron partículas subatómicas (neutrinos) cuya dirección era la contraria de la que debería ser.
Es decir, en lugar de venir desde el Sol, salían de La Tierra. Descubrimiento que cogió por sorpresa a todos los integrantes del proyecto. Quiénes concluyeron que una de las posibles causas de este fenómeno era, nada menos, que esas partículas provenían de un universo paralelo.
¿Un universo paralelo?
Pero, como sonaba demasiado bonito para ser cierto, no lo era. Y es que en ningún momento se habló de un posible «universo paralelo». Si no que fue algo que varios medios entendieron erróneamente y magnificaron. Lo que sí es cierto es que podrían haberse descubierto un nuevo tipo de partículas que cambiase la forma en la que vemos la física.
Sin embargo, aún no hay una explicación definitiva para este fenómeno que, a todas luces, es algo espectacular. Ya que se trata de un comportamiento nunca visto hasta ahora. Básicamente, y en palabras de uno de los colaboradores del estudio, «Era como si el rayo cósmico hubiera salido del hielo mismo».
Las explicaciones más razonables
Como no podía ser de otra forma, la comunidad científica se ha lanzado a buscarle una explicación lógica y razonable a este fenómeno tan extraño. Y, de momento, la más razonable es que se trata de una distorsión en las mediciones causadas por el hielo de la Antártida.
Pero, desde luego, lo que los responsables del estudio no han sugerido en ningún momento es que su descubrimiento conlleve la existencia de un universo paralelo. Y menos aún de uno donde el tiempo vaya en sentido contrario. Eso, de momento, hay que dejárselo a las películas.
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