Hoy en día es complicado que algo se nos olvide. Tenemos apps que nos recuerdan desde la cita del médico dentro de dos semanas hasta nuestra clase de spinning por la tarde. Sin embargo, esto también significa que la tecnología afecta a nuestra memoria. Aunque en muchas ocasiones no sepamos cómo.
Una prueba rápida de memoria
Y es que, en la era de la información, la inmediatez y la bases de datos, se ha vuelto poco útil recordar las cosas. Piénsalo, ¿cuántos números de teléfono te sabes de memoria? En el mejor de los casos serán nueve o diez, en el peor, uno o dos.
Más difícil todavía, ¿cuántas fechas de cumpleaños eres capaz de recordar sin la ayuda de Facebook? Muy pocas, seguramente. Pero no te preocupes, no eres el único que ya no recuerda esas cosas.
¿Cómo guardamos la información?
Para entender el por qué de esta repentina «amnesia» colectiva, deberemos conocer cómo funciona nuestro cerebro, y cómo almacena la información que recibimos. Porque nuestro cerebro está en constante funcionamiento, y todo lo que hacemos, vemos y oímos queda registrado de una forma u otra.
Esto ocurre de tres maneras diferentes, ya que tenemos tres tipos de memoria diferentes. Por un lado, tenemos la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. Dependiendo de la ocasión, usamos una u otra.
Los tres tipos de memoria
La memoria sensorial se hace cargo de todos aquellos detalles que percibimos pero que no retenemos. Esos «recuerdos» permanecen en nuestro cerebro menos de un segundo antes de desaparecer.
La memoria a corto plazo, sin embargo, va un poco más allá. Almacenando la información entre 10 segundos y un minuto. Aquí guardamos detalles sin importancia que vamos viendo por la calle. Aunque, si el recuerdo es lo suficientemente relevante (y nos damos tiempo suficiente), irá a la siguiente etapa.
Por último tenemos la memoria a largo plazo. Sí, como habréis adivinado aquí guardamos nuestros recuerdos. Y, aunque a veces pueda parecer lo contrario, ¡su capacidad es ilimitada!.
Aquí entra en juego la tecnología
Una de las formas en las que afecta la tecnología a nuestra memoria es, precisamente, con una «sobrecarga de información«. Las nuevas tecnologías favorecen que estemos constantemente expuestos a muchos estímulos, lo que supone, en muchas ocasiones, que a nuestro cerebro no le da tiempo a procesar la información como debe.
Eso se traduce en que la información no pasa de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. ¿Resultado? No retenemos la información más allá de unos minutos. Lo que supone que, pese a leer muchos artículos, estudios y demás, solo terminemos recordando una pequeña fracción de lo que leemos.
Las redes sociales también tienen la culpa
Las redes sociales son geniales a la hora de hablar con gente que vive lejos, recordarnos alguna fecha señalada o servir como «álbum» de fotos. Sin embargo, también tienen su lado malo. Y es que antes del boom de las redes sociales, o bien nos acordábamos de estas fechas, o bien llamábamos a algún familiar para ayudarnos con ellas.
También han cambiado los viajes que hacemos con amigos o familia. Ahora, en muchas ocasiones, lo primero que hacemos al llegar es sacar el móvil y ponernos a sacar fotos.
Momentos de demencia ¿juvenil?
Cuando a una persona mayor se le olvida algo, nunca falla la broma que lo achaca a «demencia senil» o «cosas de la edad». Sin embargo, según un estudio realizado por «The Trending Machine», las personas de entre 25 y 40 años son más proclives a olvidar pequeños detalles como nombres de objetos cotidianos o dónde han dejado las llaves, el bolso, etc…
Esto se atribuye al resultado que tienen los altos niveles de estrés que se viven actualmente y la rapidez del entorno que consumimos. Lo que da como resultado que sea más fácil adaptarse a los cambios, pero más difícil recordar las cosas.
¿Solución?
Si bien irnos a vivir a un pueblo perdido de la mano de Dios y decir adiós para siempre a la tecnología sería una solución, no es necesario. Hay otras formas de combatir la manera en la que la tecnología afecta a nuestra memoria.
Simplemente tenemos que pensar a largo plazo. ¿Cómo hacemos esto? muy simple, no dejando que la tecnología se encargue de todo. Trata de obligarte a recordar las cosas, presta más atención a los pequeños detalles y, sobre todo, olvídate del móvil cuando estés con amigos y familia.
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