La siesta, junto al flamenco, los toros y la paella, es uno de los símbolos internacionales de los españoles. Sin duda un tópico porque, ni de lejos, somos el único país aficionado a echar una cabezadita de vez en cuando. Prueba, por ejemplo, a visitar un restaurante en China o el metro en Japón.
Frecuentemente relacionada con una actitud de perezosos, lejos de serlo, la siesta es una saludable costumbre. En lugar de cargarla de connotaciones negativas, habría que dar a conocer estos beneficios que la ciencia ha confirmado. Si eres de los que se entrega a los brazos de Morfeo entre horas, no te avergüences y acuérdate de esto.
Mejora tu estado de alerta mental
Si necesitas estar espabilado y buscas un rendimiento completo mentalmente, olvídate del tópico de la cafeína. Ya en el año 1995, un estudio científico demostró que, dormir la siesta proporciona cambios más prolongados y menos graduales en el rendimiento, el estado de ánimo y el estado de alerta que la cafeína. Los efectos de la cafeína en estos tres ámbitos, desaparecen antes que el de las siestas.
Ayuda a mantener un sistema inmunológico saludable
Este estudio de 2015 confirmó que las siestas tienen efectos inmunitarios positivos y liberadores de estrés y pueden ser una forma efectiva de contrarrestar algunas de las consecuencias de la falta del sueño en el sistema inmunitario.
Mejora el aprendizaje motor
Está demostrado en este estudio, que las personas que duermen la siesta habitualmente, consolidan mejor las habilidades del aprendizaje motor. Esta parte del proceso es muy importante para el aprendizaje de nuevas habilidades físicas (como conducir, bailar, el deporte…) y es crítica en los niños en edad de crecimiento.
Mejora tu resistencia física
Las pruebas físicas llevadas a cabo en este estudio científico publicado en el Journal of Sports Sciences, demostraron que dormir la siesta mejora tu rendimiento en una carrera. Separaron a dos grupos de corredores. Uno de ellos durmió una siesta de 90 minutos tras comer. El segundo, no lo hizo. El grupo que había dormido, mejoró su ritmo de carrera.
Desarrolla la memoria asociativa
En 2010, la Universidad de Nueva York llevó a cabo un estudio en su Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Sueño. Seleccionaron a 31 participantes que, a las 12 del meodía fueron expuestos a dos grupos de fotografías de caras y objetivos, que aparecían relacionados entre sí (memoria asociativa). Cada objeto aparecía relacionados con dos caras distintas. Tras esto, una parte de los participantes se fueron a dormir 90 minutos de siesta y a otra parte se les mantuvo despiertos.
Al hacer las pruebas relacionales a las cuatro de la tarde, el grupo que había dormido la siesta resultó tener mejor retención de memoria asociativa directa.
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