Si escuchas música con cierta frecuencia, es más que probable que alguna canción te haya acompañado varios días sin poder sacártela de la cabeza. ¿La parte buena? Que es posible lograr que esa canción que se te ha pegado desaparezca sin dejar rastro (al menos por un tiempo). Así que coge lápiz y papel y deja de tararear, que te enseñamos qué hacer en estos casos.
¿Por qué se te pegan las canciones?
Pero antes de nada, es importante saber por qué se da esta situación tan molesta a veces. La razón número uno es, como podías imaginarte, que has escuchado la canción de forma repetida. En estos casos, tu cerebro está tan expuesto a la canción que, de forma aleatoria, la trae de vuelta desde tu subconsciente. Por eso mismo, en 2017 todo el mundo se sabía «Despacito» de memoria.
Ese es el motivo de que las canciones más conocidas sean las que, con frecuencia, más se nos quedan pegadas. Además, hoy en día con tantas redes sociales (hola TikTok) es aún más fácil escuchar una misma canción (o un fragmento de una) cientos de veces al día.
Por otro lado, también puede darse el caso «contrario». Y que tu cerebro asocie una canción con una situación o momento. De forma que, si en tu cabeza ir a la playa equivale a la canción «Calma» de Pedro Capó, cada vez que veas arena, vas a empezar a oír música en tu cabeza.
No te quedes «a medias»
¿La razón? Que tu cerebro, al quedarse «a medias», de una canción la deja como una tarea pendiente. Y, de forma eventual, va trayéndola a tu atención para que termines esa tarea, en este caso, la canción.
Por eso mismo, siempre que la situación lo permita, no quites una canción pegadiza a los dos minutos de ponerla. A menos, claro, que quieras que tu cerebro te la recuerde cada pocos minutos unas horas después.
¿Cómo me libro de esa canción que se me ha pegado?
Para librarte de una vez de esa canción que no te deja pensar en otra cosa, atento, porque tiene truco. El primero y más simple es que te pongas a comer chicle. Puede parecer que no tiene nada que ver, pero al mascar chicle nuestro cerebro deja de hacer «cosas en segundo plano» (como ponernos música).
Si el chicle no funciona, toca sacar las armas de verdad. Otro «remedio» es que te pongas esa misma canción hasta que termines más que harto de ella. Una vez hayas escuchado la misma canción en bucle 20 veces, tu cerebro dirá «basta» de una vez. Y, si esto tampoco fuera suficiente, es el momento de ponerte de fondo música parecida.
Ya que, al escuchar canciones parecidas, tu cerebro perderá el interés por la canción original y pasará a prestarle atención a las nuevas canciones.
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