Hasta ahora nos parecía un mito pero ha quedado confirmado. El alcohol sí nos ayuda con los idiomas extranjeros. El doctor Fritz Renner de la Universidad de Maastricht ha publicado un estudio científico que avala la teoría. Y del que se han hecho eco prestigiosas revistas como el Science Daily
El proceso científico que siguió el equipo del doctor Renner fue tan simple como elegir a 50 personas. Cuya primera lengua era el alemán y estudiaron holandés. A todos ellos les dio una bebida, algunas contenían alcohol y otras no, pero ellos nos lo sabían.
El alcohol nos ayuda con los idiomas, siempre que los conozcamos
Tras esto, hablaron en holandés y las conversaciones fueron analizadas por dos personas nativas en holandés que eran ajenas a qué participantes habían consumido alcohol y cuáles no.
La valoración de ambos holandeses concluyó en que, curiosamente, las personas que habían consumido alcohol tenían mejores puntuaciones que los compañeros que no lo habían hecho, afectando concretamente a la pronunciación. Por lo que podemos confirmar que el alcohol nos ayuda con los idiomas extranjeros.
Sin embargo, el estudio se refiere únicamente a personas que ya conocían el idioma. Es decir, si no tenemos conocimientos del mismo, no comenzaremos a hablar de forma fluida por arte de magia. Ya que el alcohol afecta a la capacidad ejecutiva, es decir, la capacidad de recordar, prestar atención e inhibir comportamientos inapropiados. Por lo que podría decirse que «perdemos la vergüenza» a hablar en un segundo (o tercer) idioma.
Hablando claro, de dosis bajas. Es decir, bebidas de baja graduación o una simple copa. Si las cantidades comienzan a aumentar, el efecto es el contrario. Ya que, según más alcohol vayamos consumiendo, peores serán nuestras funciones motrices. Y, entre ellas, la capacidad de hablar, tanto con vergüenza como sin ella.
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