Sí, seguro que tú también has pensado «el mío no, desde luego». Pero claro, es normal, porque, lo más seguro es que, si se te pierde el teléfono móvil o la cartera no los vuelvas a ver en tu vida. Sin embargo, en el país más honrado del mundo lo más probable es que te reencuentres con ellos el mismo día de su pérdida.
El país más honrado del mundo
Y, aunque hay muchos países muy famosos por su civismo y su paz como Canadá, donde presumen de no tener que cerrar la puerta o el tan conocido respeto en la calle sueco, no llegan a este nivel. Sin embargo, como reflejan William Park y Johanna Airth, de la BBC, el más honrado es otro.
Más concretamente, Japón. Y es que los nipones tienen una peculiaridad en su forma de ser, les parece terrible coger algo que no es suyo (como norma general). Mientras que en España, latinoamérica y gran parte de Europa la picaresca está a la orden del día, en Japón, no tanto.
La culpa es del Kōban
La «culpa» de esto la tienen varias cosas. La primera, y más destaca, es el Kōban, la polícia de vecindario. Ya que mientras en ciudades como Londres hay unas 11 comisarías por cada 100 kilómetros cuadrados, en Tokio hay 97. Lo que facilita enormemente el buscar ayuda siempre que sea necesario.
Su presencia está tan normalizada como los comportamientos que van con ella. Es decir, desde pequeños, a los niños se les enseña a devolver teléfonos, carteras o dinero que se encuentran. Por lo que, una vez son mayores, es algo tan natural como esperar al tren.
El budismo también hace su parte
Aunque el budismo también tiene mucho que ver. Y es que, pese a que la mayoría de los japoneses no se identifican con ninguna religión, comparten, como sociedad, conceptos del budismo. Entre los que se encuentra ayudar a los demás. Lo que supone que los japoneses (como muchas otras sociedades asiáticas) se crían pensando en el bien colectivo y no en el individual.
Prueba de ello es la rápida recuperación del país tras el tsunami de 2011, donde la sociedad se volcó con las personas que perdieron sus hogares y sus pertenencias. Aunque, curiosamente, cuando se trata de momentos en las que nadie observa lo que haces, como cuando el área de Fukushima fue cerrada, los robos y saqueos se produjeron como en cualquier otro lugar del mundo.
Imágenes: Unplash