Asado, frito, a la plancha o en ensaladas, nos da igual, nos gusta el pollo. De hecho, los humanos comemos tanto que, sin querer, hemos creado una nueva raza de pollos. O al menos así lo refleja un reciente estudio publicado en la Royal Society.
Esta nueva raza de pollos es exclusivamente comercial
Los datos recogidos reflejan que los pollos que criamos y consumimos tienen poco que ver con los pollos de hace 100 años. Y cuando decimos poco, nos referimos a prácticamente nada. Aunque, en este punto, y antes de comentar en qué se diferencian estos pollos de sus antepasados, hay que aclarar una cosa.
Nos referimos a los pollos criados en granjas dedicadas a ello, no al pollo que tiene tu abuela en su patio del pueblo o su vecina. Esos siguen siendo los mismos pollos de siempre.
Más diferencias que parecidos
Sin embargo, los pollos que comemos, los comerciales, no se parecen en nada. De entrada, tienen cinco veces más peso que sus antepasados, lo que se traduce en que básicamente, les cuesta hasta vivir. Tienen problemas óseos, respiratorios y de corazón, ya que esas partes del cuerpo no están preparadas para tanto peso.
Por otro lado, comen de forma intensiva, a diferencia de los animales en libertad. De modo que, aunque lo dejásemos suelto, buscaría constantemente comida y, de encontrarla, no pararía hasta que esta se hubiese acabado.
Incapaces de sobrevivir por sí mismos
Lo que, unido a su enorme peso, les hace prácticamente incapaces de sobrevivir sin la ayuda del ser humano. O, más concretamente, sin la ayuda de las máquinas que los mantienen.
Además, como únicamente tres tipos de pollo suponen el más del 90% de todos los comercializados, no se producen mutaciones que puedan mejorar la especie. De modo que esta nueva raza de pollos, de no ser por los seres humanos, sería incapaz de sobrevivir por su cuenta. Aunque claro, tampoco hubieran llegado a desarrollarse. De modo que, una vez más, nos lo hemos buscado.
Imágenes: Pixabay y Unsplash