Pedir un aumento a tu jefe es una de las cosas más complicadas dentro del entorno laboral. Y es normal, ya que estás dejando patente que tus condiciones laborales no son las que querrías. La técnica más socorrida es la llamada «operador de telefonía móvil«. En la que, como con las mencionadas compañías, te tiras un farol diciendo que tienes una oferta mejor.
Esta técnica a veces puede funcionar, pero lo más probable es que te salga el tiro por la culata y, o bien descubran la mentira, o bien te digan que no pueden mejorar la oferta y termines despedido. Pero no te preocupes, con estos consejos te enseñamos cual es la mejor técnica para afrontar esta situación.
Las claves
Hay tres claves, según Retina, para afrontar esta situación, la psicología, la información y la posición de poder. De modo que es importante conocer las tres para salir airosos de una negociación.
Y, más importante aún, para no tensar nuestras relaciones laborales mandando un ultimatum, como sería el caso anterior. Porque a nadie le gusta que le pongan contra la espada y la pared. De modo que, incluso si nos sale bien, esa negociación perjudicará a nuestro espacio de trabajo.
Tienes que ser persuasivo
Esto no se trata solo de ti. Y para que salga bien debes conseguir que la otra persona (tu jefe) también salga con la sensación de haber ganado algo. Por lo que deberás conseguir, no solo lo que tú quieres, sino lo que la otra persona busca.
De otro modo, esta petición de un aumento se verá como una amenaza. Lo cual hace más probable que termine en saco roto, ya que no nos gusta sentirnos amenazados por personas «debajo de nosotros» en la cadena de mando.
Consigue toda la información que puedas
La información es el elemento más importante a la hora de afrontar un conflicto. De modo que, cuanta más información tengas, mucho mejor. Esto incluye a la persona a la que pidas el aumento, a la empresa y a ti mismo.
Porque no es lo mismo pedir un aumento a alguien que te ve trabajar día a día, como puede ser tu jefe directo, que a alguien de recursos humanos que solo te conoce por tu foto. De modo que, teniendo esta información en nuestro poder, podremos elegir como jugar nuestras cartas.
No pidas por pedir
Una cosa es llevar varios años en el puesto con un gran rendimiento y otra cosa es ver «si suena la flauta«. En el primer caso, un aumento está justificado, en el segundo, das la imagen de alguien a quien solo mueve el dinero.
De modo que tendrás, antes de nada, que preguntarte si realmente mereces ese aumento o si estás «pidiendo por pedir». Si de verdad te consideras merecedor de ese aumento, ve a por él, si no… Lo mejor será que esperes.
Ten confianza en ti mismo
No da la misma imagen alguien que se sabe merecedor de un aumento que alguien nervioso e inseguro. Y, aunque el segundo podría merecer el aumento más, no tiene por qué conseguirlo.
Al final, lo que ven los demás es lo que transmitimos, y nada nos gusta más que una persona segura de sí misma. Aunque ojo, no hay que confundir seguridad con egocentrismo o prepotencia, y, aunque la línea este cerca, nunca hay que cruzarla, ya que conseguiríamos lo contrario de lo que buscamos.
La posición de poder
Una cosa es lo que nosotros creamos y otra cosa es la realidad. Por ello, siempre hay que estar atentos a nuestro lugar dentro de la empresa. Y si realmente tenemos una fuerza para negociar un aumento. Si somos el recién llegado que aún está en periodo de prueba, no deberíamos pedir un aumento.
Si, por el contrario, desempeñamos más funciones de las que nos tocan, o directamente nos encargamos del trabajo de otros, tendremos más peso a la hora de negociar. Por lo que, antes de nada, conviene analizar nuestro rol dentro del espacio de trabajo.
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